Fuente: Fanzine Orabidoo Nº 18, Septiembre de 1999.
Texto y fotos de Concha y Alicia Monerri (Gracias, Concha, por el permiso para compartirlo).
Y ahí viene lo del titular, que también podría titularse....Cuando la montaña viene a ti.
Habiamos ido a San Javier (Murcia) al concierto que Mike Oldfield ofreció el 3 de Julio de 1999. Mi hermana, mi novio y yo, esperábamos allí a medíodía (bajo un sol de justicia y rodeados de plantaciones de melones), a "los reporteros dicharareros" que venían de Zaragoza (José Cantos y Jorge Andrés). También estábamos citados con otros tres sujetos procedentes de Alicante. Ante nuestra desesperación por el calor reinante y la impuntualidad de "los caballeros" estuvimos a punto de dejarnos seducir por la vida cómoda en una casa que tenemos en una playa cercana. Pero, casualidades del destino, una increíble alucinación nos detuvo en seco, "Piscina Pública anexa al polideportivo". Ni que contar que nos faltaron piernas para entrar y acomodarnos los tres con la única toalla que teníamos.
Y milagrosamente, nuestras citas fueron llegando, asi que comimos un bocata en una cantina, rodeados de ávidos fans que no nos prestaban la menor atención. Después del café y debido al monotema de todas las conversaciones, nosotras volvimos a "ligar bronce" para sacarle algún provecho a aquel día, mientras ellos, con mucho morro y pases de prensa entraban en los ensayos e intentaban localizar al ídolo. Y de como las cosas suceden sin planearlas.....
Al atardecer disfrutamos de un largo y cálido baño en la piscina pública donde estábamos, junto a Mike Oldfield, mientras yo lo inmortalizaba como fotógrafa.
Los músicos que compartían con él en el escenario, incluida Pepsi, estaban chapoteando ya largo rato y habían dejado preparada una toalla y una zapatillas de deporte cerca de la entrada al recinto, que era donde también estaban nuestros bártulos.
Mike tan solo iba acompañado de una morena que no paró de hacerle carantoñas.
Una vez en el agua y después de haberse duchado obligatoriamente, nadó unos veinte minutos como un patito rodeado de la chiquílleria de la zona que intuían que ese guiri cuarentón de pelo rubio platino salía de lo común.
Usó un bañador de natación, y al rato desapareció con su toalla, su chica, sus zapatillas y una botella de agua mineral.....hasta la hora del concierto, celebrado con una puntualidad pasmosa.
Pero sabemos donde estuvo metido.